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Psicosociales

Cartas

La magia del fútbol peruano

La magia del fútbol peruano Es el fútbol un medio en donde no sólo se expresa la precariedad de nuestros jugadores, sino también la de las políticas públicas así como la pobreza metodológica de nuestros profesionales.

Al parecer aún estamos en una etapa de desarrollo precientífico, puesto que el pensamiento mágico domina esta disciplina deportiva. Por un lado, nuestros futbolistas prefieren encomendarse a todos los santos, antes que entrenar ardua y disciplinadamente. Sólo vasta observar a los miembros de uno de los clubes más populares del país en la procesión de octubre o visitar las instalaciones del estadio en donde nadie sale a la cancha si no se encomienda al venerado Cristo Morado que espera en una capilla. Pues nuestros más fotografiados futbolistas parece que han olvidado que Dios no ha diseñado la vida para que unos ganen y otros pierdan. Es decir, le piden al Señor, algo que de ninguna manera hará, favorecer a unos y hacer lo contrario a otros. En el fútbol los hombres están solos con su humanidad, él quizás mira pero no interviene.

Por otro lado, están los entrenadores de fútbol que cortos de imaginación, capacidad y conocimientos, recurren a la superstición para cubrir su desesperación. Los más avezados recurren a la arenga guerrera para alentar o motivar a sus dirigidos, es decir creen que el fútbol es solamente “huevos” y los envían a repartir golpes a todo lo que se mueve en su contra. No faltan por supuesto quienes culpan a todos de sus fracasos: el mal tiempo, el pésimo estado de la cancha, el público hostil y, como chivo espiatorio de todos, el árbitro; este casi siempre está vendido al rival, cuando se pierde, claro.

Otro grupo bastante peculiar es el de los dirigentes. Los más ilustrados, para colmo de males, creen que el fútbol es hereditario. Con este rollo, trajeron a nuestras canchas al hermano de Diego Maradona, y en estos días el otro hermano, Barros Schelotto. También pusieron en el gramado al hijo del Cholo Sotíl, de Teófilo Cubillas, de César Uribe, y otros hijos. Los más romos de cerebro aplican a raja tabla aquella frase que declara que “la clase nunca muere”, con lo cual traen a aquellos que están quemando sus últimas balas. Finalmente los más cínicos son los mercaderes del fútbol. Ellos traen a cualquier extranjero sólo para cobrar por su pase; estos también arreglan partidos y se hacen los ciegos, sordos y casi nunca saben nada de lo que pasa en sus predios.

Para concluir, una pequeña reflexión adicional. En nuestro fútbol hay un buen número de clubes profesionales que proceden de universidades y es curioso, o sintomático, que ninguno de ellos aplica metodología científica para realizar su actividad deportiva. ¿Los Leones de la Universidad de San Marcos, hará lo mismo que los otros?.